Rafael Sánchez | Una leyenda de la banca

Rafael Sánchez es de las personas en Panamá que más sabe de banca. Ha sido toreado en varias plazas, y contrario a Asterión, ha salido victorioso del laberinto de fusiones, bifurcaciones y conjunciones que han tenido los bancos panameños.

Habla con la seguridad de un hombre que no teme contar sus fórmulas y el motivo de sus aciertos. Su capacidad de análisis, transformando la coyuntura en una respuesta simple, dan ganas de invitarlo a un café, a un vino, a un paseo para extraerle más historias y conocimiento a ver si uno logra impregnarse de banca, literatura, cuentos y madurez.

Después de cuatro décadas a cargo de importantes bancos, se jubiló, hoy día hace parte del equipo de la junta directiva de Canalbank desde septiembre de 2020, pero los formalismos de la banca solo los tiene en su cabeza y su palabra, pues hasta deshizo su colección de corbatas para quedarse con tres, por si lo invitan a una boda.

¿Cómo empezó todo este caminar?

Estudié economía y me gradué en Barcelona en 1973, en principio estaba abierto a las opciones. En aquella época había bastante demanda de economistas, porque eran carreras recientes.

¿Faltaban economistas?

Sí, la economía era una carrera reciente, quienes ejercían antes los cargos de la banca y las finanzas eran contadores, peritos mercantiles y gente de administración de empresas. La economía fue una de las últimas carreras que se incorporó en el mundo de los negocios.

¿La carrera vino de Estados Unidos o de Europa?

De Estados Unidos, de Londres, y Austria donde hubo grandes escuelas de economistas, a los demás países les fue llegando poco a poco.

¿Cuál fue su primera opción al terminar Economía?

Un conocido de mi familia que tenía un banco en Nicaragua me ofreció un puesto allá. Es que desde mis 5 años de edad hasta los 12 vivimos en Nicaragua, mis padres emigraron por trabajo pues eran tiempos muy difíciles. España tenía un bloqueo internacional después de terminada la Segunda Guerra Mundial porque [Francisco Franco] había apoyado a Hitler.

Llegué al Banco de Nicaragua (Banic) y nunca más salí de la banca, cuando vino la Revolución Sandinista el banco fue nacionalizado y se perdió el nombre.

¿Cuál fue su primera tarea, su primer cargo?

Fue muy interesante, en diciembre de 1972 ocurrió el terremoto de Managua que destrozó la ciudad, cuando llegué en junio de 1973, el gobierno estaba implementando un programa de ayuda para el sector comercial y me pusieron al frente con tres colegas. Fue un programa muy exitoso y a los seis meses los clientes ya estaban recuperados.

¿Cuál fue ese plan?

Se hizo un inventario de todos los clientes del banco, exactamente igual al que se hizo en Canalbank en la pandemia, y se analizó cuáles fueron las empresas más afectadas. El gobierno de Nicaragua lanzó el apoyo que consistía en que la deuda se trasladaba a 5 años con bajas tasas de interés. Entonces el Banco Central nos descontaba los pagarés para que los bancos diéramos los préstamos. Es que la historia se repite cíclicamente, el que no aprende se estrella.

¿Cuántos años estuvo en el Banco de Nicaragua?

Siete años, pero cuando trabajaba en Nicaragua se instaló allá el Banco Exterior de España y me hicieron una oferta de trabajo, en ese momento ya tenían oficinas en 25 países, y el Banco Exterior ya estaba en Panamá. Fue cuando construyeron el icónico edificio en la Avenida Balboa, tan famoso que aparecía en todas las postales. Tiene la forma de un velero en la bahía, fue revolucionario, y logró un premio de arquitectura, lo diseñó Andrés López Piñeiro.

Me fui de Nicaragua por motivo de la revolución, viajé a Madrid y me quedé seis meses. Luego me enviaron a trabajar en el Banco Exterior de Argentina, regresé a Panamá en 1984, luego vino la compra de Argentaria. Después de Argentina estuve un año con el banco en Uruguay, y tres años en Venezuela. Regresé a Panamá como gerente general en 1995, luego Argentaria se fusionó con el BBV (Banco Bilbao Viscaya) y pasa a ser de BBVA, y yo decido retirarme en el año 2,000.

Un periplo por varios países
Siete países.

¿La banca se adapta a todo o los países se adaptan a la banca?
La banca se tiene que adaptar al país, los modelos no se exportan.

¿Qué pasó después de BBVA?
Me tomé 6 meses sabáticos, nos dedicamos a viajar, hicimos tres viajes para revisitar los lugares y amigos donde habíamos vivido: Argentina, Uruguay y Venezuela. Estuve leyendo, esperando que pasara el tiempo, mientras, recibí ofertas, hasta que me llamó la atención Multibank donde estuve desde el año 2,000 a 2017 cuando me jubilé.

Usted transformó Multibank, hizo crecer utilidades ¿cuáles fueron los elementos claves?

Los ciclos históricos son difíciles de repetir, en Multibank coincidió que en ese momento hubo fusiones bancarias grandes en Panamá: el Citibank compró a Banco Cuscatlan, el Banco HSBC compró a Banistmo, el Banco General compró a Banco Continental, eso produjo que muchos ejecutivos quedaran libres. Mire esto es como el surf, hay que darse cuenta de la ola y ponerse arriba. Panamá crecía a más del 10% y dijimos: ‘esta es la nuestra’ y nos fuimos de frente con un cuchillo en la boca. El banco pegó el salto porque recogimos gente brillante y sin gente no se hace nada, y llevamos al banco a clientes brillantes que querían salir de los bancos que se estaban fusionando. Fue una circunstancia que difícilmente se repite. Hay que darse cuenta que se alinearon los astros.

¿Que se hayan alineado los astros hizo que más bancos panameños pequeños surgieran como otros protagonistas?

Efectivamente la plaza panameña de ahora no tiene nada que ver con la plaza de hace 10 años, ni en el tamaño de los bancos, ni en el procedimiento, ni en la antología, ni en la tecnología, ni en las normas ni en nada. Ahora son tiempos diferentes.

Habiendo hecho esa antología, ¿cómo aporta desde la junta directiva?

Lo interesante de las juntas directivas es que haya directores especialistas en diferente cosas, toca poner gente que tenga callos de las andaduras de su vida profesional, se trata de transmitir experiencia y sentido común para resolver situaciones y manejar riesgos. Lo que más aporta la experiencia es la tranquilidad para resolver, cuando uno encuentra un escenario gris piensa que es un armagedón, pero la experiencia aporta tranquilidad para decir ‘vísteme despacio que tengo prisa’.

Con tantos años tratando personas en la banca ¿qué nos puede enseñar de la relación banco – cliente en una era tan tecnológica y automatizada?

El factor humano, lo que no puede pasar es lo siguiente: ‘hoy fui a un banco de la localidad a cancelar mi tarjeta de crédito [¡mire! y saca del bolsillo el chip recortado de una tarjeta de crédito]. Ya no necesitaba esa tarjeta, mi amigos me dan tarjetas de crédito y uno se llena la cartera de tarjetas. Tenía 25 años con esa tarjeta, llegué al banco y me preguntaron qué quería, les dije que cancelaría la tarjeta, llené un formulario y no me preguntaron nada más. Eso es lo que no puede pasar, no importa la tecnología no importa nada, importa la relación con el cliente. Y mire la diferencia, tengo una tarjeta de crédito American Express, llamé por teléfono para cancelarla y no había forma de que pudiera colgar porque no me soltaban, me ofrecían de todo por teléfono. Aquí en Panamá, nada, ni con la persona en frente.

Con la pandemia, la gente en las casas, y el trabajo distante se distorsionó absolutamente todo, y la atención se ha venido abajo, se ha deteriorado. Todo se está volviendo en poner barreras para la atención personalizada por estar bajando costos.

¿Qué enseñanza nos puede dejar, cómo solventó obstáculos?

Momentos difíciles cuando la Invasión [a Panamá]. ¡Claro! es que yo siempre estoy en el sitio adecuado en el momento adecuado (sonríe): estaba en Nicaragua en el momento de la revolución y estaba en Panamá en el momento de la invasión. Todos los fondos panameños fueron bloqueados en Estados Unidos y el cierre bancario trajo una distorsión enorme, pero a partir de enero de 1990 la economía resurgió de tal forma que fue impresionante.

¿Qué rubros de la economía panameña llevará más tiempo restablecer después de la pandemia?

En el fondo, lo que sí tiene que haber es una reestructuración en la economía panameña: porque la importancia que tenía el sector de la construcción en el país ya no lo va a tener como antes, hay que buscar otros generadores de riqueza, el turismo sería uno, pero vivo en panamá hace 27 años y vengo oyendo del turismo desde esa época y no han hecho nada.

¿Qué legó usted al equipo como modelo de dirección en los bancos donde ha estado?

Comunicación, transparencia, y sentirse parte del equipo, todos empujando en la misma dirección y con el mismo convencimiento. Eso es fundamental.

Su filosofía frente a las adversidades 

Lo que decía Andrea Malraux, un ensayista francés. ‘el arte de envejecer es no perder la esperanza’.

Libros que ha leído últimamente

‘El capital en el siglo XXI’ del economista francés Thomas Picketty, es brutal, es lo mejor que se ha escrito sobre la distribución de la renta en el mundo y que demuestra, lamentablemente, la forma como cada vez la riqueza se acumula más arriba y no se reparte equitativamente más abajo y los grandes problemas que va a traer. La riqueza no gotea de arriba hacia abajo. ¿Cómo entender que Panamá con el salario mínimo más alto de América Latina y con una de las rentas per cápita más altas de América Latina tenga el mayor grado de desigualdad de América Latina. Faltan políticas para que algunas cosas se nivelen.

¿Qué parte le gusta de Panamá?

Me gusta Bocas del Toro, en isla Colón hay varios hotelitos de esta vida hippie, sencilla, donde todos somos iguales con chancletas y gorra, comiendo en mesitas de madera con servilletas de papel.

¿Y cuál es su hobby?

Mi hobby es la lectura en la playa oyendo las olas.

¿Colecciona algo?

Coleccionaba cosas antiguas, como máquinas de escribir y cámaras fotográficas, calculadoras, todo manual, pero algunas las regalé, y lo que más aprecio me lo guardé.

¿Dónde creció en Barcelona?

Crecí en la zona del Hospital Clínico de Barcelona, a 10 calles de la Plaza Cataluña sobre la calle Montaner.

¿Va con frecuencia a España?

Sí, dos veces al año, sobre todo porque mi madre está viva, tiene 91 años, está plena de vida, de hecho en febrero viene a visitarnos a Panamá.

 

Ene 19, 2022